💾 Recuerdos del Amstrad PC1512SD Monocromo
Es curioso, pero seguramente la mayoría de los niños que tuvimos un PC a principios de los 90 lo conseguimos a base de suplicarlo, bajo la promesa solemne de que sería para estudiar. En mi caso fue al revés: mi padre me lo compró precisamente para eso. Según él, el uso que yo le daba al Sinclair Spectrum 2+ era poco más que el de un juguete. No entendía del todo qué era la informática, pero tenía clarísimo que el futuro giraría en torno a los ordenadores. Y, aunque en ese momento no lo comprendí del todo, tenía razón.
Su idea original era comprar una impresora para el Spectrum, pero al llegar a la tienda Expert, el vendedor —y amigo suyo— le convenció de que si quería que su hijo aprendiera de verdad, lo mejor era comprar un equipo completo, impresora incluida, y olvidarse del viejo Spectrum. Así fue como aquel Amstrad PC1512SD llegó a casa y, sin saberlo, cambió por completo mi relación con la informática.
El Spectrum me sirvió como punto de partida, pero el Amstrad me abrió una puerta. Ya era un poco más mayor, tenía curiosidad, y esa combinación hizo que dejara de ver el ordenador solo como una máquina para jugar.
🖥️ El pack completo
Desgraciadamente, cuando me fui de casa, mi madre decidió que era buena idea tirar los “trastos viejos” a la basura, así que no conservo fotos propias de aquel equipo.
El conjunto estaba formado por la CPU, el monitor monocromo, el teclado, el ratón, la impresora AMSTRAD DMP3000 y un mueble que integraba todo de forma bastante ordenada.
Una curiosidad del chasis de la CPU era un compartimento para dos pilas AA, que servían para mantener la hora del reloj interno. No había menú BIOS, así que la hora debía configurarse desde el sistema operativo. El modelo que tuve no contaba con disco duro ni segunda unidad de disquete: solo una unidad principal de 5,25” y doble densidad, con una capacidad total de 360 KB.
El procesador era un 8088, una versión recortada del 8086, con 512 KB de RAM (ampliable a 640 KB), tres ranuras ISA de 8 bits y un conector IDE para añadir una segunda unidad. Se podían retirar dos tapas —una trasera y otra lateral— para acceder a las ranuras de ampliación. La placa base estaba cubierta por una chapa metálica que protegía toda la circuitería.
También incluía los conectores típicos para teclado, ratón y un control de volumen para el altavoz interno del PC (el mítico PC Speaker).
El monitor monocromo mostraba perfectamente el entrelineado y se conectaba al chasis con dos cables: uno para la señal de vídeo y otro para la alimentación, de modo que al encender el monitor se encendía todo el equipo.
El teclado era QWERTY, aunque solo tenía teclas de función hasta F10. El ratón, de bola, era tosco y con botones duros como piedras, lo que hacía su uso algo incómodo.
En cuanto al software, el equipo venía con tres sistemas operativos: GEM Desktop, MS-DOS y DOS Plus. Sin disco duro, el sistema operativo debía cargarse desde disquete en cada inicio. GEM Desktop me llamaba mucho la atención, con su interfaz gráfica basada en ventanas, muy parecida a las primeras versiones de Windows. Los manuales incluso recomendaban comenzar con GEM para familiarizarse con el ordenador, mientras que MS-DOS y DOS Plus se usaban mediante línea de comandos.
🧠 Mis primeros días…
… fueron un infierno. Venía de un ordenador que usaba prácticamente como una consola: arrancar, escribir LOAD «», pulsar Enter y darle al Play. De repente, me encontré ante una máquina mucho más rápida, con un sistema gráfico lleno de opciones y un montón de menús.
Y cuando por fin empezaba a entender cómo funcionaba GEM Desktop, el segundo disquete de arranque dejó de funcionar.
GEM se iniciaba con dos disquetes: el launcher y el sistema operativo. Una tarde, al insertar el segundo, no pasó nada. El disquete hacía un ruido raro, ese chirrido metálico que cualquiera que haya vivido la era del disquete sabe que significa una sola cosa: catástrofe.
Después de unos lloros y maldiciones, decidí probar los otros sistemas operativos. Ahora el infierno tenía fondo negro y letras blancas. Pasé de un entorno amigable a una pantalla vacía que me obligaba a escribir comandos en inglés sin tener ni idea de lo que estaba haciendo.
📘 Pero después de la tormenta…
… llegó la calma. Entre los manuales del equipo había uno dedicado a MS-DOS, básicamente un “comando man” en papel. Empecé a probar todos los comandos sin entender gran cosa, pero aprendí lo importante:
DIR para listar archivos.
CD para moverme.
Y para arrancar un juego, escribir el nombre del .EXE y pulsar Enter.
Sin darme cuenta, empecé a domar a la bestia. La herida que me dejó GEM Desktop se cerró cuando descubrí que la mayoría de juegos y programas estaban pensados para MS-DOS. Así que, con una sonrisa de revancha, pensé: “¡Que te peten, GEM! ¡Por algo MS-DOS es el disco 1!”
Con el tiempo aprendí más comandos, recopilé disquetes con distintas versiones de MS-DOS (porque en 360 KB no cabía ni una décima parte del sistema), y llegué a explorar hasta las entrañas del equipo, incluso desmontándolo cuando me aburría.
⚙️ La experiencia de uso
Era un ordenador limitado incluso para su época. Sus 512 KB de RAM se quedaban cortos a principios de los 90, cuando lo habitual ya era tener 1 MB. La falta de disco duro obligaba a intercambiar disquetes constantemente. Su tarjeta gráfica CGA, aunque suficiente para tareas básicas, no ayudaba nada en videojuegos, muchos de los cuales exigían más memoria o gráficos EGA/VGA.
El monitor monocromo complicaba la visibilidad en algunos juegos, donde ciertos elementos se confundían fácilmente en pantalla. Aun así, era una buena máquina para iniciarse en la informática. Y, bueno… el Strip Poker funcionaba, así que algo es algo.
Siempre iba un paso por detrás de los demás. Mientras mis amigos ya tenían PCs con disco duro y MS-DOS instalado, yo seguía dependiendo de mis disquetes. Recuerdo un juego que me pasaron en un disquete de 5,25” con un archivo comprimido de casi 360 KB. Nunca logré descomprimirlo: simplemente no tenía dónde extraerlo. Y por supuesto, las capturas a color de las cajas de los juegos poco tenían que ver con lo que veía en mi pantalla en tonos grises.
💡 Anécdotas
Si has llegado hasta aquí, ya sabes que el segundo disquete de GEM Desktop murió trágicamente. Pues bien, en el manual había una sección titulada “Ejecutar GEM Desktop”. Con 10 años, interpreté “ejecutar” en el sentido literal, como “poner en el paredón”. Así que, al leerlo, llegué a la conclusión de que yo mismo había “ejecutado” el disquete… y me llevé un buen berrinche.
Otra anécdota fue cuando descubrí cómo engañar al sistema usando el comando PATH. MS-DOS, al no tener segunda unidad física, emulaba una unidad virtual B: que era básicamente la misma A: disfrazada. Si configuraba PATH=B: podía hacer creer a algunos programas que la unidad B existía realmente. Y, sorprendentemente, ¡a veces funcionaba! Cuando el sistema pedía “Inserte el disco B:”, me sentía como un auténtico hacker.
🧩 Y al final de todo…
Guardo un recuerdo increíble de esa máquina. Fue la que despertó mi curiosidad real por la informática y reforzó mi amor por los videojuegos en PC. Pero, sobre todo, me enseñó algo que sigo aplicando hoy: buscarme la vida, insistir y no rendirme hasta entender cómo funciona algo.
Al final, mi padre tenía razón. Los ordenadores hoy están en todas partes, y probablemente gracias a que él confió en esa intuición —y en mi manía de trastear con “cacharros del demonio”—, terminé dedicándome profesionalmente a la informática y trabajando en lo que me apasiona.
Filed under: Recuerdos - @ 5 de octubre de 2025 11:05
Etiquetas: amstrad, gem desktop, pc1512