🪐 Por qué creo que Dragon Ball Z debería haber terminado en Namek
Llevo tiempo dándole vueltas a esta idea. Siempre que surge el tema la saco a colación —para desgracia de mis amigos—, pero esta vez he decidido dejarla por escrito.
Voy a explicar por qué creo que Dragon Ball Z estaba pensada para terminar en la saga de Freezer, y cómo, por razones de popularidad, marketing o simple inercia editorial, acabó extendiéndose más de la cuenta.
Antes de nada, aviso: soy un firme defensor de la primera etapa (Dragon Ball) como la mejor del manganime. Desde que empieza lo que podríamos llamar Z2, la serie se convierte en una cadena de entrenamientos y combates sin un trasfondo narrativo sólido.
Dicho esto, si vas a trollear, recuerda que los comentarios los apruebo yo 😏.
Ahora sí… ¡allé voy!
⚡ Los niveles de poder: del equilibrio al absurdo
En la etapa clásica de Dragon Ball ya sabíamos que los protagonistas eran más fuertes que el resto de los mortales. En el 23º Torneo de las Artes Marciales, Goku vence a Piccolo y empieza a hablarse del control del Ki, lo que sugiere que el poder se basa tanto en la técnica como en la concentración. De hecho, siempre he pensado que la fuerza de Goku apenas aumenta entre ese punto y su entrenamiento con Kamisama; lo que cambia es su dominio del Ki.
Pero la gran diferencia llega con Dragon Ball Z y la introducción del Keiryō-ki, el mítico medidor de poder. Por primera vez, los espectadores podíamos saber exactamente quién era más fuerte y cuánto. Aquello fue revolucionario: los diálogos se llenaron de cifras, comparaciones y escalas que daban coherencia al universo del combate.
Y entonces… Z2 lo manda todo al carajo. De pronto, nadie vuelve a hablar de niveles de poder. Ya no existen los 10.000, 100.000 o 530.000 de Freezer. Todo se vuelve etéreo: “siento un poder inmenso”, “su energía es abrumadora”, “tiene un Ki que no puedo medir”. En ese momento, las cifras desaparecen y entramos en el terreno de lo absurdo. Si en la saga de Freezer estábamos midiendo fuerzas en miles, a partir de Cell y Majin Buu ya no hay escala posible: estamos en modo “velocidad absurda” de Spaceballs. Goku y compañía ya no entrenan para superarse… entrenan para romper la física.
🧬 El mito del Super Saiyan y el final perfecto
Creo sinceramente que Toriyama planeó la saga de Freezer como el gran cierre de la historia de Goku. Todo apunta a eso. Piensa en el contexto: Goku se sacrifica para salvar el universo, se convierte en el primer Super Saiyan en mil años y derrota al tirano más poderoso de la galaxia. ¿Dónde se puede ir después de eso? No hay enemigo más fuerte, no hay amenaza mayor, no hay “más allá” salvo, bueno, el más allá literal (que ya visita entrenando con Kaiōsama antes de la lucha contra Vegeta y Nappa).
Además, hay momentos que suenan a final definitivo. Vegeta, con lágrimas en los ojos, le ruega a Goku que vengue a su raza. Ese diálogo cierra su arco de redención y deja claro que, por primera vez, reconoce su inferioridad. Es un gesto que vuelve a repetirse al final de Z, durante la saga de Majin Buu, cuando Vegeta admite que Goku es “el número uno”. Es el mismo mensaje… repetido años después, porque Toriyama ya lo había contado una vez.
Todo encajaba para cerrar ahí: Goku se transforma en leyenda, el enemigo universal cae, el pueblo Saiyan encuentra su redención y la historia vuelve a empezar sin su héroe principal. ¿Te imaginas si Dragon Ball hubiera terminado con Goku perdido en Namek, envuelto en fuego, como símbolo de sacrificio o simplemente con su destino abierto (consigue escapar, muere, …)? Poético, épico, redondo.
⚡ Los niveles de poder: del equilibrio al absurdo
El problema es que Toriyama —y probablemente sus editores— no supieron dónde parar.
Después de Freezer, los niveles de poder se vuelven un meme: cada arco necesita un villano “más poderoso que el anterior”, cada transformación rompe la escala anterior, y lo que antes era legendario (el Super Saiyan) se convierte en un estándar de fábrica.
Lo que empezó siendo una historia de aventura y superación acaba convertida en una especie de torneo cósmico infinito, donde el único argumento es ver quién grita más fuerte antes de lanzar el siguiente Kamehameha. No me malinterpretes: Z2 (y 3) tiene momentazos —Cell, Gohan SJ2 o Definitivo, Majin Vegeta, Goku SJ3—, pero perdió esa magia de “aventura con alma” que caracterizaba al Dragon Ball original.
🧭 La última gran aventura
La saga de Freezer fue la última vez que Dragon Ball se sintió como una odisea. Antes, Goku viajaba por el mundo buscando las Bolas de Dragón, enfrentándose al Ejército de la Cinta Roja o explorando ruinas piratas. Había un sentido de descubrimiento. En Namek se recupera eso: nuevos planetas, razas alienígenas, un enemigo galáctico y un propósito trascendente.
Y aquí viene mi parte favorita: la coherencia simbólica. Toriyama siempre jugó con el significado de los nombres. Kakarot (zanahoria), Raditz (rábano), Nappa (repollo), Broly (brócoli), Vegeta (vegetal)… todos ellos Saiyans, es decir, “vegetales”. ¿Y su enemigo? Freezer: el congelador. No es casualidad. Es una metáfora de opresión y liberación: los “vegetales” atrapados por el “congelador”. Y esa liberación llega, precisamente, cuando Freezer muere. Narrativamente, no se podía pedir un cierre más perfecto.
💬 Conclusión
Dragon Ball Z debería haber terminado en Namek. No porque lo demás sea malo, sino porque ahí la historia alcanzó su punto máximo de sentido, emoción y coherencia. Después de eso, solo quedaba una escalada de poder que acabó diluyendo la esencia de la serie. En Namek, Goku no solo vence a Freezer: vence su propio destino, se convierte en mito y cierra el círculo iniciado cuando sube por primera vea a su nube Kinton para buscar las Bolas de Dragón.
Filed under: Opinión - @ 11 de septiembre de 2022 09:49
Etiquetas: dragon ball z
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